La práctica regular de actividad física consigue disminuir el riesgo de enfermedades crónicas, reduce el riesgo de progresión y, además, ayuda a prevenir caídas.

En el caso del colectivo de personas mayores, ayuda a mejorar el grado de autonomía a nivel físico para mantener y restablecer la fuerza, el equilibrio, la coordinación, la flexibilidad, la agilidad y la resistencia y consigue disminuir el sedentarismo.

Precauciones

Durante el proceso de envejecimiento es necesario tener en cuenta las siguientes indicaciones:

  • Respetar el nivel de fatiga y tolerancia al dolor.
  • Tener en cuenta los siguientes parámetros: el tipo de ejercicio, la intensidad, la duración, la frecuencia y el ritmo de progresión.
  • No realizar movimientos bruscos ni fatigar la musculatura para evitar riesgo de lesiones.
  • Controlar la respiración y evitar la hiperventilación.
  • Contar con un espacio adecuado para que las personas se adapten al ejercicio.

Imprescindible

Es fundamental que un equipo multidisciplinario trabaje con las personas mayores para promover su independencia, autonomía y capacidades funcionales. Es necesario tener en cuenta que la regularidad y la cantidad total de actividades son elementos más relevantes que la intensidad de la actividad practicada.

En el caso de los centros residenciales, la relación y el vínculo de las redes de apoyo entre la familia del usuario y la comunidad del centro son fundamentales.