La vejez no es sinónimo de enfermedad, discapacidad funcional, deterioro físico o dependencia, pero los estereotipos nos impiden considerarla una etapa natural, positiva o activa de nuestra vida.

Con una preparación física, psicológica, social y cultural a lo largo de nuestra vida seremos capaces de disfrutar de una vejez activa y saludable. Ser personas activas, cuidar las relaciones personales, trabajar nuestra mente, tener sueños y proyectos, practicar la medicina preventiva, etc. son la base de un envejecimiento activo.

Una educación intergeneracional y relaciones directas entre jóvenes y personas mayores son fundamentales para cambiar estereotipos, de ahí que cada vez sean más los centros geriátricos que llevan a cabo proyectos con institutos, colegios y asociaciones para abrir las residencias a los más jóvenes.

Iniciativas donde estudiantes universitarios viven en casas de personas mayores durante el curso académico o voluntariados para visitar a personas mayores en hospitales mejoran la calidad de vida de nuestros mayores y enriquecen a los jóvenes.