La Reminiscencia es una terapia no farmacológica que se centra en estimular principalmente la memoria autobiográfica del usuario, así como la atención focalizada y el lenguaje (expresivo y comprensivo).

Los terapeutas emplean recursos como fotografías, música, archivos grabados, objetos domésticos, conversaciones informales, etc., con el objetivo de conservar la identidad de la persona mediante la evocación de recuerdos de su pasado personal.

De esta forma, se activa el funcionamiento y la reminiscencia de la memoria remota y se resaltan aspectos emocionales del recuerdo como: acontecimientos históricos y personales significativos, reconocimiento de objetos, olores o sensaciones.

Esta técnica de comunicación facilita las relaciones interpersonales, aumenta la sensación de bienestar, así como la autoestima. Se conseguir fortalecer y consolidar la propia identidad de la persona, frente a los cambios que supone el proceso de envejecimiento.

Cualquier elemento que estimule los sentidos puede ser utilizado en una terapia de reminiscencia, aunque siempre hay que tener en cuenta las capacidades de los asistentes a la sesión.

La terapia de reminiscencia ralentiza el proceso de deterioro cognitivo, mejora los estados emocionales y contribuye a mejorar la calidad de vida de nuestros mayores.